7. Nerón
(Lucio  Domitio Claudio Nerón) Emperador romano, último  de la dinastía  Julio-Claudia (Anzio, Lacio, 37 - Roma, 68). Era hijo del  primer  matrimonio de la segunda mujer de Claudio, Agripina la Joven y, por tanto, tataranieto de Augusto. 
Agripina  convenció a Claudio para que adoptara a Nerón en el 51, 
 señalándole   como heredero de la diadema imperial (en lugar del que se suponía su   propio hijo, Británico, nacido del matrimonio con Mesalina); para   fortalecer su posición casó a Nerón con otra hija de Claudio, Octavia,   en el 53; y, finalmente, asesinó al emperador en el 54, dejando el   camino libre para su hijo. Éste fue proclamado emperador con sólo 17   años por la guardia pretoriana, dirigida por el prefecto Burro.
El   reinado de Nerón (54-68) se inició bajo la influencia de Burro y del   filósofo Séneca (preceptor de Nerón), a través de los cuales era   Agripina la verdadera dueña del poder. Pero cuando Agripina sospechó que   Nerón pretendía sacudirse la tutela materna, empezó a conspirar con   Británico para derribarle, y el emperador respondió haciendo asesinar   tanto a Británico (55) como a Agripina (59). 
Tras   cinco primeros años de reinado bastante tranquilos, recordados más  tarde  como uno de los mejores periodos de la historia romana (en los  cuales  se estableció el protectorado romano sobre Armenia), el  emperador empezó  a convertirse en un tirano sin escrúpulos, interesado  tan sólo por  gozar de los placeres de la vida y de la belleza, bajo la  influencia de  su caprichosa amante Popea (que le obligó a divorciarse  de Octavia y a  asesinarla en el 62, para casarse con ella misma).  También hizo asesinar  a Burro (62) y le sustituyó por su favorito  Tigelino. 
Embarcado  ya en un despotismo delirante, Nerón cometió  toda clase de atrocidades  y extravagancias: se dedicó a hacerse adular  como poeta, músico,  bailarín y deportista en actuaciones públicas; hizo  arder la ciudad de  Roma para reconstruirla a su gusto (64); desató  persecuciones contra  los cristianos acusándoles de ser los culpables del  incendio; intentó  ganarse al pueblo con espectáculos y regalos en los  que arruinó el  tesoro imperial; e incluso provocó la muerte de Popea,  haciéndola  abortar de una patada durante un acceso de cólera. 
Una   conjura organizada por Pisón para derrocarle fue descubierta y   castigada (65); como represalia, Nerón ordenó suicidarse, entre otros, a   sus antiguos amigos Séneca y Petronio. Tres años después se rebelaban   contra él los gobernadores de las Galias (Julio Vindex), la Hispania   Citerior (Galba) y Lusitania (Otón); la rebelión halló eco en el Senado,   que acordó deponer al emperador en el 68. Nerón se hizo matar por su   secretario cuando iba a ser arrestado, dando paso a un año de confusión   en el que pugnaron por el poder cuatro emperadores (Galba, Vitelio,  Otón  y Vespasiano).
(Tito  Flavio Vespasiano; Falacrinae, actual  Italia, 9-Cutilia, id., 79)  Emperador romano (69-79). Pretor en tiempo  de Calígula y militar  brillante en Britania durante el reinado de  Claudio, su humilde origen  hizo que no fuese objeto de represalias por  parte de Nerón, quien no  veía en él amenaza alguna. 
A   la muerte de éste, en el 68, Vespasiano se encontraba en Palestina,   reprimiendo una revuelta de los judíos, y fue proclamado emperador por   el ejército de Oriente. Dejó entonces parte de su ejército en Judea para   que continuara el asedio de Jerusalén, al mando de su hijo Tito,   mientras él se apoderaba rápidamente de Egipto, base de abastecimiento   de cereales de Roma, con lo cual puso al emperador Vitelio en una   situación muy delicada. Tras la derrota y muerte de Vitelio durante el   asalto de Roma por parte de las legiones del Danubio, que se habían   puesto del lado de Vespasiano, éste logró ceñirse la corona imperial sin   oposición. 
Como  emperador, trató de sanear el  gobierno y las finanzas públicas (llegó a  gravar con impuestos los  urinarios públicos), al tiempo que intentaba  aparecer como el  restaurador de las antiguas tradiciones. 
Con  el ascenso de Vespasiano y de la dinastía Flavia, se  produjo una  transformación en la sociedad romana que significó un  aumento de la  influencia de los itálicos, pues el propio emperador era  de origen  sabino y de clase ecuestre. Concedió el derecho de ciudadanía a  muchas  ciudades (Hispania recibió el ius Latii, «derecho latino»), como  una  manera de mejorar la percepción de tributos y consolidar  internamente  el imperio. Asociado con su hijo Tito, que recibió el poder  tribunicio y  el mando proconsular, intentó establecer en el Imperio  Romano el  principio de monarquía hereditaria. 
Durante   su gobierno se reprimió una gran sublevación de los bátavos y los   lingones, y se prosiguió la conquista de Britania por Cneo Julio   Agrícola. Reparó las ruinas de Roma, construyó el templo del Capitolio e   inició la construcción del Coliseo de Roma. De acuerdo con sus deseos,   le sucedió su hijo Tito.
(Publio  Elio Adriano; Roma, 76 - Baia, 138) Emperador  romano de la dinastía de  los Antoninos. Procedente de una familia  hispana de Itálica (cerca de  Sevilla) que había alcanzado el rango  senatorial, quedó huérfano a los  ocho años y recibió una esmerada  educación bajo la protección del  emperador Trajano, que era pariente  suyo; su casamiento con una sobrina  del emperador y su amistad con la  emperatriz Plotina fortalecieron ese  vínculo. 
Acompañó   a Trajano en la guerra de Dacia (105-106), fue nombrado gobernador de   Panonia Inferior (107), cónsul (109) y gobernador de Siria (116). Al   morir Trajano, Adriano accedió al Trono imperial en extrañas   circunstancias, contando con el apoyo de la emperatriz (que aseguró que   el emperador había adoptado a Adriano días antes de morir) y del «clan   hispano» del Senado, que había acrecentado su influencia durante el   reinado anterior. 
Para  asegurarse el apoyo del  ejército elevó la paga de los soldados;  Plotina multiplicó las cartas a  los senadores indicando que había sido  la última voluntad de su esposo  ser sucedido por Adriano; y su prefecto  del pretorio, Atiano, hizo  ejecutar sin juicio a varios adversarios.  Las protestas del Senado por  estos hechos le obligaron a destituir a  Atiano, quien sin embargo fue  recompensado con el rango senatorial.
El  reinado de Adriano estuvo marcado por los  enfrentamientos con el  Senado y por los viajes del emperador; además de  múltiples visitas a  las provincias y fundaciones de ciudades, encabezó  algunas campañas  militares: primero contra las tribus del norte de  Britania, en donde  hizo levantar la muralla que lleva su nombre; y más  tarde contra la  rebelión de los judíos (la Segunda Guerra Judía de  132-35). Pero  globalmente fue un periodo de paz, durante el cual,  derrotado el  «partido belicista», se abandonaron las conquistas  realizadas por  Trajano en Oriente y se desarmaron las regiones ya  civilizadas. 
Adriano  consolidó el Consejo del  emperador e introdujo reformas en la  burocracia (que quedaría  reglamentada hasta el fin del Imperio), en el  ejército y en la Hacienda  (haciendo prevalecer la recaudación directa  de los impuestos frente a  los intereses de los intermediarios  particulares). Promovió grandes  construcciones, como el anfiteatro de  Nimes, el anfiteatro de Venus, el  Castillo de Sant’Angelo y los puentes  del Tíber en Roma. Abandonado por  sus principales colaboradores hacia  el final de su reinado, no consiguió  restaurar la sucesión hereditaria.


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